06.45. Me levanto. Me ducho. Me visto. Desayuno. Salgo a la calle. Frío. Música en mis oidos. De vez en cuando, el sonido del polígono al despertar. Sigo caminando. Espera en la parada del autobús. 5 minutos. Aparece. Subo. Paso el billete. Buenos días. Me siento en el mismo sitio, al lado de la ventana. Enfrente de mí, los mismos ojos de ayer, curiosos, de no más de 16 años, despiertos al mundo, deseándote los buenos días sin hablar. Buenos días. Bajo del autobús. Llego a la estación de tren. Vuelvo a pasar el billete. Frío. Gente apresurada, dormida aún, quizás soñando todavía, se sube al tren. Delante de mí, otros ojos, más despiertos que los de antes, los mismos de ayer. Buenos días, pronuncian sin hablar. Buenos días.
Bajo del tren. Llego a la oficina. Dos periódicos en la mano y café en la otra. Buenos días. Buenos días a todas las sonrisas que me dedicáis sin pedirme nada. Buenos días a todos esos ojos que me miran, que observan, que piensan y hablan sin mediar palabra. No tengo ni idea de qué es exactamente lo que estaréis pensando ahora mismo. Pero os deseo buenos días. Porque formáis parte de mi vida. Sin más.
(AUDIO QUE PASEA HOY POR MI MENTE: "MÁTAME MARÍA" DE NAUZET)
