"YO TE OBSERVO MIENTRAS DUERMES, RESPIRANDO DULCEMENTE, EN LA CALMA DE ESTA HABITACIÓN..."
(AUDIO QUE PASEA HOY POR MI MENTE: "EN SÓLO UN SEGUNDO", DE AMARAL)
Las sábanas conservaban tu olor. Quedaban restos de tu perfume esparcidos por toda la cama. El mío se quedó enganchado a tu piel, a cada poro. El sol se colaba por las rendijas de la persiana y un dibujo tenue y asustadizo se plasmaba en tu espalda. Perfecta espalda que llamaba casi a gritos a cada uno de mis dedos, para despertarte cada mañana con alguna que otra caricia.
Estabas tumbada boca abajo, mirando hacia el otro lado. Tus ojos descansaban en un profundo sueño. La ternura de mi mirada, esa ternura que provocabas en mí casi sin quererlo, penetraba por los rincones de tu cuerpo, te examinaba con deseo, con amor, ese amor que tanto tiempo esperé encontrar y que, ahora, lo guardaba como un divino tesoro, en el cofre de mi vida, cuidando y mimando cada detalle que me unía a ti.
La noche anterior había sido perfecta. Acariciamos con nuestros paladares un dulce vino repartido en dos copas de lujuria. Bebiendo, nuestras miradas se retaban, una con la otra, en una pelea de pasión desenfrenada. La chimenea, con llamas de ardiente calor, acompañaba el revuelo de mariposas que habitaban en mi estómago.
Nos besamos sin pensarlo más de dos veces. No era el primer beso, pero cada uno de ellos conservaba el aroma de nuestro primer encuentro. El mundo seguía girando, seguramente, fuera de la cabaña...pero nosotras dábamos nuestras propias vueltas...al compás de los latidos efímeros, fugaces pero intensos...
Te despertaste y lo primero que hiciste nada más verme a tu lado fue volver a besarme...
Y entonces, justo en ese momento, me di cuenta de que tus besos eran los que mandaban en mi mundo, los que tenían el poder...para hacerme enloquecer, siempre que te lo propusieras...con un segundo me convertías en tu esclava...y yo me sometía a la pureza de tus actos...
